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Sinopsis

Drama crudo y arcano protagonizado por Isabel, joven bella llena de resentimiento contra todo lo que la rodea, quien teniendo la vida resuelta y holgada por su matrimonio, cae en el sinsentido de enviciarse en unas relaciones lascivas y viciosas, llenas de sexo desquiciado, alcohol y droga. A partir de ahí, nada detendrá su caída, peldaño a peldaño, hacia el infierno; despreciará a los suyos, hijos incluidos; caerá en la molicie y la desidia; convertirá la busca de droga en el objeto de su vida y llegará a vender su cuerpo por desenfreno, indolencia e inquina hacia su entorno.

Diversos y curiosos personajes acompañan a Isabel: su padre, Antonio, machista, miserable y tirano, que sojuzga y esclaviza a su familia; don Casto, sacerdote nada ejemplar; Víctor, jefe de Isabel, que la domina y tiraniza; Israel, camello y quinqui con quien ella trapichea; Andrea, simpática compañera de trabajo, toda ampulosidad carnal; Aguedita, otra compañera, aunque esta tonta del haba, que se muere por cualquier varón; Miguel, esposo de Isabel, sufridor del desquiciamiento de su esposa; Rosendo, beato protervo en su esterilidad; Aurelio, ex presidiario salado rápido tirando de chaira; Eva María Elsa del Espíritu Santo, simpática puta al punto que ejerce en el paseo de Camoens; Laura, toda candor, y Josefina servil en su humildad, don Marcos varón engreído; Puri empleada oronda, y Curro, Alfonsa, Eloy, Ceci, El Novamás, El Lejía… Todos ellos acompañan a Isabel en el derrumbe de sus valores y en su destrucción moral, bien incitándola a despeñarse, o aprovechándose de ella, o tratando de evitar su caída.

Primavera de 1967

Todo aquel fragor de la naturaleza y el escandaloso zafarrancho de combate del cielo se contemplaba desde la celosía de las ventanas del cuarto de Miguel Sierra Cuenca, en una casa de vecinos del humilde y jaranero Puente de Vallecas. Desde la cocina del hogar llegaba, hasta la sala, el tufillo a malta en ebullición, sustitutivo humilde y proletario del café. Miguel Sierra Cuenca, mozalbete aún impúber, cara diáfana y pelo encrespado, mientras hacía los deberes escolares contemplaba cómo su madre se atareaba obsesa en las faenas del hogar, y quien, sin dejar de canturrear, se atosigaba a sí misma, metiéndose prisa, quejosa y malhumorada, los indómitos cabellos del flequillo desmadejados sobre la cara sudorosa, hebras que, sin abandonar su tarea, soplaba, cada poco, mandándolas a lo alto, para, de inmediato, sentirlas caer de nuevo sobre su rostro sudoroso.

El cielo llevaba media tarde encrespado, amenazaba tormenta entre bufidos y graves matracas de truenos; negras nubes gruñían y se constreñían dispuestas a guerrear. De vez en cuando, a lo lejos, se iluminaba con relámpagos fugaces que precedían a retumbos de bidones vacíos. Bandadas de golondrinas, indiferentes a tanta aparatosidad, planeaban increíbles a ras de los tejados, trazando asombrosos arabescos tras los mosquitos, en tanto que otras se atareaban acarreando picotazos de barro hasta los bajos de los aleros, donde, con primor artesanal, reparaban los nidos del año anterior.

Alfonsa Cuenca Díaz, madre de Miguel, tenía el hábito consolador de protestar por todo, y contra todo lo que la rodeaba, mientras, resignada —o quizá, amoldada y domada—, permitía que su existencia de esclava hogareña continuase a su aire, sin mover un dedo para solucionarla, o al menos, encarrilarla a su gusto. De la mañana a la noche, desde que se levantaba hasta que caía rendida en la cama, despotricaba llena de acritud contra el universo entero, quejándose de su vida mísera, siempre lava que te lava, friega que te friega, plancha que te plancha, pero, eso sí, con la radio con el volumen a todo trapo —un aparato a válvulas que reinaba en una repisa con sus falditas de cretona— sin dejar de emitir a todas horas seriales, concursos y las innumerables novelas, programas que para ella eran sagrados. La madre, tirada de rodillas, fregaba el suelo de madera cruda y baldosas bailantes, usando un cepillo de raíces y asperón, o planchaba la ropa de la familia, ayudada de pesadas planchas huecas de hierro a las que atiborraba el vientre con candentes ascuas del fogón, o repasaba un interminable y enorme cesto de ropa, la cual recosía, hilvanaba, zurcía y remendaba, o bien daba la vuelta a chaquetones y abrigos rozados y descoloridos, para que durasen una temporada más, o sacaba los bajos de unos pantalones para que los aprovechase el hijo siguiente en el escalafón. Desde que se levantaba empezaba su malhumorado bregar: despertaba al resto de la familia, preparaba desayunos, calentaba agua para que los varones se afeitasen, haciéndolo todo refunfuñando en voz baja, despotricando de lo divino y humano, porque era temprano o se hacía tarde. De día o de noche, comentándoselo todo a sí misma, o preguntándose y contestándose, dándose o quitándose la razón según su modesto entender, saber y gobierno, declamaba letanías sobre lo harta que estaba de todo y de todos, y rezongaba que era una esclava, que no había derecho, que no tienen consideración de una, todo me toca a mí, a la tonta del bote, a la mema de turno, pero «¡Ojito, chitón! Esto se va a acabar. Aquí se va a enterar todo quisque de lo que vale un peine. ¿Qué os habéis creído, o qué os habéis pensado? El día menos pensado cojo el petate y me largo, os mando a hacer puñetas, y ahí os quedáis todos, a ver cómo os las apañáis sin mí». Así, entablando constantes trifulcas mentales con su subconsciente, la madre de Miguel Sierra pasaba el día tan ricamente.

A la luz del sol vespertino que se colaba sesgado y desgajado a través de la persiana verde, y caía sobre el suelo de viejas y gastadas ripias, hasta Miguel llegaba la esencia del sustituto de café que gorgoteaba hirviendo en el fogón. El chaval observaba a su madre, mirándola de soslayo, enterneciéndose con las cuitas maternas, pero sin dejar de reprochar tanta queja pazguata. El chico escuchaba, y distraído por las cantinelas maternas, los gimoteos de la radionovela, y al monótono arrastrar de chancletas del piso superior, le resultaba imposible concentrarse en los deberes. De vez en cuando levantaba la vista del cuaderno y contemplaba cómo las mechas de cabello entrecano y ceniciento se despeñaban por la cara de su progenitora, en desordenada y rebelde cascada, formando desgreñadas guedejas que la obligaban a soplarlas y resoplarlas, o a repeinarlas de continuo con los callosos dedos que, horquillados, usaba como peineta. El crío (catorce años al caer), observándola en su bregar, se dolía o sonreía divertido si la tarde tocaba de lamentos.

La casa de Miguel era humilde y estaba situada en el corazón del barrio. Los bajos de la calle de la casa se ocupaban con locales comerciales: una taberna especializada en vermú de grifo y pinchos de boquerones y pepinillos en vinagre; una churrería-buñolería-chocolatería que abría a las seis de la mañana, y que aromatizaba que alimentaba; una freiduría de gallinejas y entresijos cuyo olor a fritanga se desparramaba a varias manzanas alrededor; una chamarilería que compraba de todo al peso: papel, cartón, metal, cobre, plomo de tuberías, etc.; una alpargatería que, como complemento, cambiaba tebeos y novelas y, por último, medianera con la casa de al lado, una mercería en la que una señorita, sentada ante el escaparate, cogía puntos a las medias, ayudándose de un flexo, una maquinita con aguja y un vaso donde embutía la media a reparar.

El padre de Miguel, Eloy Sierra Campos, señor Eloy para los vecinos. Los hermanos de Miguel, eran, por orden de mayor a menor: Fidel, que emigró a Suiza, donde se uniría con la patrona de la casa donde pernoctaba y tendría con ella dos hijos hispano-suizos; seguía Fernando, pelirrojo y pecoso, que se las buscaba en Barcelona trabajando de camarero; después venía Mari, la hermana mayor, la más mujerona de todas las hermanas, quien merced a sus espectaculares atributos femeninos desposó con fortuna, su esposo, Edelmiro, era el fontanero del barrio; seguía Socorro, que se casó con Pepe, un tranviario de la línea siete, Nuevos Ministerios-Chamartín de la Rosa; y continuaba Sebastián, el más apuesto de los hermanos, que dentro de unos años tomaría la carrera militar y haría una ventajosa boda con Belinda, la hija de los casqueros; por último, quedaba Belén, la pequeña, que en breves años se casaría con Manolo, un talabartero de Salamanca especializado en botos camperos, zahones y bolsos, quien, además de llenarla de hijos, la enseñaría a trabajar el cuero; por último, quedaba Miguel, el menor, estudiante. La familia tenía una coincidencia a resaltar, quizá producto de la genética, y es que todos, varones y hembras se casarían, invariablemente, a toda prisa, por quedar ellas embarazadas, o ellos haber dejado en similar estado a sus parejas. En aquella familia, cumplir estos cánones era una norma de obligado cumplimiento.

Miguel era un chico ingenuo, buena persona, y esos valores en el Puente de Vallecas más que valías, resultaban entorpecimientos. En unas fechas, en su colegio, por una baladronada infantil, se vería inmerso en una trastada que le acarrearía la expulsión del centro, situación que él resolvería solo, dando la medida de cómo sería como persona el día de mañana. Ocurrió que...

Las personas se mueven de un lado a otro sin reparar en su presencia, en medio de la plaza de Callao.
—Lo siento, ya sabes que eso podía llegar a pasar. Te dije que te fueras haciendo a la idea. —Una lágrima comenzó a brotar del ojo de Eva extendiendo cada vez más el color negro del rímel por sus enrojecidas mejillas. La secó rápidamente con la mano libre, mientras que buscaba en su bolsillo aquel pañuelo de papel que siempre tenía preparado para las emergencias—. Puedes pasarte cuando quieras a por tus cosas, si quieres mañana sobre la una. El resto de los despedidos no tiene ni idea. ¡Tengo que colgarte, me parece que me ha pillado Ramón!
—Adiós Cristina, y gracias por todo —colgó su teléfono.
Eva se sentía impotente, incapaz de asimilar la situación que estaba viviendo. Se colocó el bolso en el hombro contrario y se acercó a una cafetería cercana. Pidió un café para llevar y se sentó en uno de los nuevos bancos individuales que había instalado recientemente el Ayuntamiento de Madrid. «Por una vez veo algo de mis malditos impuestos materializado, aunque poco voy a ver ya» se dijo con rabia.
Dio dos largos tragos a aquel café con el punto justo de amargura mientras cerraba los ojos y notaba cómo el aterido viento del invierno se conjugaba con los rayos de sol del medio día. En su rostro aún no se materializaba la desesperación de una chica de treinta y dos años que se acababa de quedar sin empleo. Una más de los tantísimos millones. Apuró los últimos sorbos del abrasador café y tiró el vaso de cartón al contenedor mientras discurría lentamente por la calle Preciados dirección a Sol.

Se adentró en la estación de Metro de Sol y una bofetada de calor la obligó a aflojar rápidamente la bufanda de lana que le había hecho su vecina del cuarto, una señora mayor viuda que no hacía más que vestir a toda la comunidad de vecinos con lana y ganchillo.
El aviso sonoro del inminente cierre de puertas del vagón hizo que Eva acelerara al máximo su paso a pesar de ir cargada con su pesado bolso y abrigada hasta las orejas. Finalmente, consiguió entrar a tiempo.
Cuando viajaba en el metro le gustaba imaginar hacia dónde iba la gente, de dónde venía y cuáles serían sus inquietudes en aquel preciso momento. Había de todo, desde caras largas y amargadas, hasta risueños soñadores con sus auriculares puestos. Contemplar a los viajeros la despejaba, la evadía de una realidad que odiaba cada vez con más intensidad.
Se apartó un mechón rubio de su alborotada melena y se limpió las gafas rojas empañadas completamente por el vaho consecuencia de la diferencia de temperatura. Lo hizo con cuidado, en su mano izquierda todavía llevaba la muñequera que el traumatólogo le había impuesto después de la rehabilitación, el hueso aún no había soldado del todo.

La puerta del portal se había vuelto a atrancar, una vez más, y tuvo que llamar a Socorro, y pensó que en vez de abrirle a través del portero automático, le lanzaría una escalera de ganchillo hasta su ventana. Finalmente, la anciana le abrió sin problema, normalmente a Eva nunca se le olvidaba la llave del portal.
Una vez en casa, lanzó el bolso contra el sofá, sin importarle que en su interior tuviera aquella tablet para la...

Conoce al autor

Gabriel Rodríguez de las Heras

Gabriel Rodríguez de las Heras colaboró en su juventud con varias publicaciones literarias, pero no fue hasta cumplir los sesenta cuando se dedicó a escribir en serio, principalmente narrativa en formato de novela y cuento, aunque haya hecho sus pinitos en ensayos.
De sus trabajos —una veintena larga de manuscritos— ha sido imprimida La miel y la hiel, que va por la segunda edición. Con esta publicación ve la luz Peldaños al infierno, y está próxima a entrar en imprenta El desquite de Crispín Trabuco. Tres obras totalmente dispares: la primera es un drama rural de los años treinta, la segunda narra una tragedia amoral que se desarrolla en el medio urbano, y la tercera es una tragicomedia con sentido de humor sutil.

drama crudo y arcano protagonizado por Isabel,
joven bella llena de resentimiento contra todo lo que la rodea

Próximos eventos

 Día 08-06-2014 a las 11 00
 Feria del Libro de Madrid
Firma de ejemplares de "Los cuadernos de Eva" y "Con los mismos ojos" en la caseta 143 de viveLibro en la mañana del día 8 de Junio.
La Feria del Libro de Madrid abre sus puertas del 30 de Mayo al 15 de Junio, estando los libros con los descuentos que se hacen estos días y la posibilidad de saludaros y de que os lo dedique el día que voy a firmar.
 Día a las
 Fería del Libro de Madrid del 30 de Mayo al 15 de Junio
http://www.esebook.com/112548/barambio--nieves
http://www.conlosmismosojos.com/
http://www.ferialibromadrid.com/expositor.cfm?id=4586

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Charo de Valencia el día 08-01-2017
Hoy he preguntado por ti a un amigo que nació en la misma tierra que nuestros padres y me ha dicho que eres escritora. Ardo en deseos de comprar tus novelas y de saber de tí. Veo en tus fotos la misma dulzura q tenías hace 32 años. Sigues siendo una niña.
Ana Moreno el día 31-05-2014
Gran historia que te engancha desde el primer momento. Hacia tiempo que no me enganchaba tanto con un libro. Estaba deseando cogerlo para seguir sabiendo más de las vidas de los personajes. Una historia bonita, entrañable, emocionante, con mucho sentimiento, intriga, bien narrada y fácil de leer. No puede faltar en cualquier mesita de noche. Es el regalo perfecto con el que no sabes que no fallaras. Ánimo a por el tercero!!!.
Mª Jesús de la Cruz el día 30-05-2014
Tanto " Con los mismos ojos" como " Los cuadernos de Eva" me resultan de lectura amena, cercana, sencilla y que engancha fácilmente.
Espero seguir leyendo historias tuyas y emocionándome como hasta ahora.
Pilar de la Cruz el día 30-05-2014
Me encantó la historia , y como se desarrolla la lectura es muy amena y te engancha desde el primer capitulo. La historias cotidianas hacen que con este tipo de novelas nos sintamos muy identificados ; espero que sigas haciendonos pasar buenos ratos. Gracias
Nuria López el día 28-05-2014
Leyendo los comentarios veo que much@s coincidimos en que la historia engancha y que la manera de contarla es fresca y fácil de leer. Pero yo además quiero avisar de algo !menuda llorera!!!! Y llorar con una película...bueno... pero con un libro!!!!!
Enhorabuena!!!!!
Elena Gastón el día 25-05-2014
Cada día esperaba el ratito que dedico a la lectura con verdaderas ganas de reencontrarme con Sara, Gonzalo, Eva y todo su mundo.
Con un lenguaje y estilo directo, fresco y sencillo Nieves nos plantea problemas serios, adultos, universales. Secretos de familia que afectan a generaciones, personas que deciden por nosotros cambiando el rumbo de nuestras vidas, encuentros fortuitos que pueden hacerse eternos... Todo cabe en esta novela que por encima de todo nos ofrece una perspectiva optimista en un mundo lleno de dificultades.
¡Enhorabuena, Nieves! Con tus novelas nos emocionas, nos entretienes y nos haces sentir partícipes.
No dejes de escribir
Mari Cele el día 23-05-2014
Me a encantado la historia.Muy fácil de leer.GENIAL.Felicidades Nieves.
Noemí el día 21-05-2014
La verdad es que, en mi situación actual (casada y con cuatro hijos, uno de ellos un bebé de 8 meses) es complicado encontrar un libro que no me duerma y que logre tenerme enganchada cuando los enanillos se empeñan en terminar con mi vida intelectual.

Desde luego "Los cuadernos de Eva" lo consiguió a base de bien. Me lo ventilé en un par de días, sacando tiempo de donde no lo había.

¡Con esto lo digo todo!

Felicidades Nieves, has vuelto a sorprenderme. ¿Para cuándo el próximo?
Ana Ramos el día 21-05-2014
Para mi una de las cosas importantes para leer un libro es que desde el principio me enganche. Los cuadernos de Eva desde luego lo ha conseguido y por supuesto la historia que a través de un personaje toca temas como la soledad, la tragedia, el comienzo de nuevo, la familia, el amor......con un estupendo entramado y tratado con mucha dulzura.
A por otro Nieves!!!.
Marisa Cerrada el día 20-05-2014
En los tiempos que vivimos, siempre con prisas, es bueno tener cerca un libro como "Los Cuadernos de Eva". Gracias a su lectura fresca e inquietante, te ayuda a evadirte de la realidad e introducirte de una manera tan sencilla a la historia que realmente engancha.
No soy una gran lectora, tardo mucho en terminar un libro pero cuando llegó éste a mis manos, me lo leí en apenas tres días!!!
Espero poder tener la oportunidad de seguir leyendo a esta gran escritora.
Teresa el día 18-05-2014
El libro me ha resultado ameno, atrayente y de suspense hasta el final.
Una historia real como la vida misma que capítulo a capítulo, consigue interesar más y más con un desenlace sorprendente.
Animo a los que deseéis disfrutar con una tierna historia de la experiencia de la protagonista descubriendo su pasado.
¡Intriga asegurada!
Nieves, me encantaría que siguieras escribiendo, pues si me gustó el primer libro este segundo me ha parecido extraordinario.
Victoria Maroto el día 15-05-2014
"Los cuadernos de Eva" y "Con los mismos ojos" son los primeros pasos de una autora que, estoy segura, ya ha llegado al corazón de muchos lectores.
Con una delicada forma de expresar emociones que están fuera de la barrera del espacio y del tiempo, Nieves, consigue arrastrarnos, sin remedio, a las apasionantes y entrañables vidas de los personajes que de su mano han nacido. Son , sin duda, historias que te enganchan desde la primera a la última palabra, que te ofrecen la excusa perfecta para escaparte de la rutina.
Sigue escribiendo, Nieves, que aquí tienes a una lectora que espera nuevas obras tuyas.
María Luisa Pinto el día 14-05-2014
Bonita y entrañable lectura la tuya, Nieves con tus dos primeros libros. Tanto con "Los mismos ojos", (esa saga familiar llena de sentimientos y matices que nos recuerdan la importancia de una infancia feliz para aquellos que la tuvimos en una etapa tan llena de cambios) como "Los cuadernos de Eva" (totalmente distinta y plagada de ternura para los que buscan y se merecen la felicidad) reciben el aplauso de los lectores que buscamos libros atemporales, que nunca mueren, y la belleza de unos sentimientos bien expresados. Enhorabuena Nieves. Sigue escribiendo. Un abrazo grande.
Javier Sánchez el día 14-05-2014
Los libros de Nieves tienen frescura y sensibilidad. Utiliza un lenguaje directo y auténtico con personajes bien definidos. Se leen con mucha facilidad y dejan muy grato recuerdo.
Maria Victoria Miranda el día 14-05-2014
El primer libro ya me impactó pero en Los Cuadernos de Eva se aprecia un cambio en la forma de relatar y de estructurar el argumento. La historia te absorbe, los personajes te meten en su vida. Te entretiene y te hace olvidar tu entorno mientras lees esta estupenda historia que rezuma humanidad y vida. Tiene en mí una seguidora esperando sus futuras obras. Enhorabuena a la autora y espero que tenga el reconocimiento que merece. Espero verla en la feria del libro
14-05-2014 el día 14-05-2014
El primer libro ya me impactó pero en Los Cuadernos de Eva se aprecia un cambio en la forma de relatar y de estructurar el argumento. La historia te absorbe, los personajes te meten en su vida. Te entretiene y te hace olvidar tu entorno mientras lees esta estupenda historia que rezuma humanidad y vida. Tiene en mí una seguidora esperando sus futuras obras. Enhorabuena a la autora y espero que tenga el reconocimiento que merece. Espero verla en la feria del libro
Carmen herrero el día 14-05-2014
Me ha gustado mucho el libro, tiene una lectura entretenida y ágil, una historia actual y creíble que te provoca todo un abanico de emociones,, lo recomiendo
Eric. Me a gustado mucho ya que, entre otras muchas cosas están muy logradas las descripciones. el día 13-05-2014
-er
alberto. 13/05/2014. La novela, sencillamente genial, ya que además de la propia historia, la autora nos muestra, que existe el el día 13-05-2014
La novela, sencillamente genial, ya que la autora además del la historia tan bien trenzada, nos muestra que existe la desgracia, pero que en ella se pede encontrar la ternura, el cariño, la confianza, etc.
Alicia Mustieles el día 13-05-2014
Impresionantes los dos libros , son historias actuales , cercanas y muy emotivas . Los dos tienen en común que una vez que empiezas no puedes desengancharte hasta el final. Un beso.
MAR SEDANO el día 13-05-2014
La bonita historia familiar del primer libro de Nieves me dejó con la sonrisa en la boca a la espera del siguiente. Con "Los Cuadernos de Eva" desconecté de mi mundo para entrar en el suyo y disfrutar.
María Argenta el día 13-05-2014
Conocía a Nieves y su obra a través de mi hija y disfrute tanto su lectura como hacía años, estoy deseando leer el próximo, me pareció la historia emocionante.
Yolanda Martín el día 13-05-2014
El primer libro me encanto y me emocionó muchísimo, al empezar a leer la historia de Eva me pasó lo mismo no podía parar, te animo a que sigas escribiendo, la historia es supercercana, emotiva te lo lees y no puedes parar.
Mar el día 12-05-2014
El primer libro me gustó muchisimo, Los cuadernos de Eva me ha encantado. Disfrute mucho leyéndolos!!
Felicidades por todo y ya estoy deseando devorar el próximo. Un beso enorme
David E. el día 09-05-2014
Una novela envolvente, romántica y llena de sentimientos, se trata a mi parecer de una obra de obligada lectura ya que cuando te quieres dar cuenta has llegado al final y uno se queda con ganas demás. Un abrazo!
Pablo el día 09-05-2014
Realmente maravilloso un libro muy fácil de leer y te engancha desde el primer día. La historia súper chula un libro que le recomiendo a todo el mundo y un beso para la escritora y felicitarla. Esperamos pronto el siguiente
Ana Perez el día 08-05-2014
El primer libro me encanto.
Pero este me sorprendió muy gratamente.
Esta escrito con una sensibilidad increíble. Con una caligrafía que te engancha y te invita a leer y leer.
La.verdad que a sido una historia increíble que consiguió a una dormilona como yo, mantenerme en vela hasta horas de la noche. A sido una experiencia muybsatisfactoria leerlo. Ahora queda esperar al siguiente.
Marga el día 08-05-2014
Llevaba algún tiempo sin concentrarme en la lectura; empezé tu libro y lo leí casi de un tirón; me gustó mucho. Ánimo a por el tercero.
Vicente el día 08-05-2014
Me ha gustado mucho, es más, no quería que se acabara. Personajes como el de Ricardo me fascinan, tan asentado, siempre tan seguro de sus sentimientos. Espero el siguiente libro con impaciencia.
Esther el día 08-05-2014
gran libro
luisen el día 08-05-2014
el primer libro ya me impresiono por su sensibilidad y como te mete dentro en los cuadernos da un paso mas atrevido y se disfruta mucho leyéndolo , estoy deseando que publique un 3º libro
Marisa el día 08-05-2014
El primer libro de Nieves ya nos dejó ver qué estupenda escritora había en ella. En los cuadernos nos hace sentir emociones diversas, amor, rabia, ternura, complicidad con algún que otro personaje; es un libro tan ..... tierno, tan entretenido, tan fácil de leer. Lo recomiendo !!!
Laura el día 07-05-2014
El primer libro de Nieves me encantó, Los cuadernos de Eva me ha cautivado. Lectura dinámica, personajes intensos y a la vez cercanos. Es un libro que se lee rápido y que te da pena cuando lo acabas. Estoy esperando el próximo.
Laura el día 07-05-2014
El primer libro de Nieves me encantó, Los cuadernos de Eva me ha cautivado. Lectura dinámica, personajes intensos y a la vez cercanos. Es un libro que se lee rápido y que te da pena cuando lo acabas. Estoy esperando el próximo.
C.Candeira el día 07-05-2014
Tengo que reconocer que "Los cuadernos de Eva" es un libro muy especial para mi; me lo lei del tiron. Tanto el argumento como su localización y estilo hace que su lectura sea amena y rápida. Lo recomiendo y espero más.
E.González el día 07-05-2014
Me ha parecido una revelación en la literatura actual. Novela muy cercana, donde confluyen de una manera muy dinámica todo tipo de emociones y sentimientos.

Me ha encantado y espero lo próximo de Nieves Barambio, que estoy seguro pronto dará mucho que hablar como un nuevo descubrimiento literario.
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